Ella estaba ensimismada en su ambiente, los colores, las paredes fileteadas…Todo parecía perfecto pero no…y se dio cuenta que estaba fuera de lugar, fuera de la vida, como mirando desde lejos. Él se acercaba y como moviéndose en el viento, su figura se mecía y sus ojos se fijaron en su rostro como si lo hubiera conocido muy bien. Esa imagen siempre la recordaría.
Se sentó a su lado y conversó con ella con tanta convicción que le hizo sentir un placer inexplicable, y tuvo miedo. Miedo de perderse en esa mirada, que pudiera poseerla solo por ese gesto. No vio su alma atribulada pero algo le decía que él estaba sufriendo, y a la vez que advertía en ella la necesidad de defenderse, le dieron ganas de protegerlo y se aferró a sus manos como queriendo retenerlo. No sospechaba que ese contacto con su piel la iba a atar a su vida porque en definitiva se había producido un encuentro entre sus almas.
El destino tenía otros caminos y volvieron a separarse como quizás ya había ocurrido en otras vidas. Él se hundió en una lucha de sentidos, en un rescate interior .Ella quedó suspendida en el tiempo queriendo volar, pero tenía una sola ala…
Cuando el destino quiso acercar sus almas nuevamente, aunque había pasado mucho tiempo sus sentimientos estaban intactos y fue feliz como nunca en ese vuelo, que aunque efímero, fue profundo haciéndola despertar de un prolongado letargo, enseñándole a ganar altura.
Pero él estaba herido y no podía elevarse con ella , tenía que alejarla para cumplir sus propios mandatos y dejarla vivir su realidad. Ella sintió como se le desprendía un trozo de su alma cuando advirtió que él luchaba para apartarla de su corazón. Eso era difícil de aceptar y vino un tiempo en el que paradójicamente mientras creían alejarse, ella se hacía fuerte en él y una parte de él se hacía espíritu en ella. De esta manera entendieron la separación. Así en un doloroso aprendizaje ambos reconstruyeron sus alas y las heridas cicatrizaron.
Ahora sus vidas están separadas por la distancia pero unidas por algo que es su esencia y volverán a encontrarse a lo largo de esta vida y a lo largo de la inmensidad de forma permanente y recurrente, en momentos de lucha y en momentos de gloria, porque se reconocieron en un mismo destino y encontraron su razón de ser en la unión de ambos para alcanzar a Dios.
Se sentó a su lado y conversó con ella con tanta convicción que le hizo sentir un placer inexplicable, y tuvo miedo. Miedo de perderse en esa mirada, que pudiera poseerla solo por ese gesto. No vio su alma atribulada pero algo le decía que él estaba sufriendo, y a la vez que advertía en ella la necesidad de defenderse, le dieron ganas de protegerlo y se aferró a sus manos como queriendo retenerlo. No sospechaba que ese contacto con su piel la iba a atar a su vida porque en definitiva se había producido un encuentro entre sus almas.
El destino tenía otros caminos y volvieron a separarse como quizás ya había ocurrido en otras vidas. Él se hundió en una lucha de sentidos, en un rescate interior .Ella quedó suspendida en el tiempo queriendo volar, pero tenía una sola ala…
Cuando el destino quiso acercar sus almas nuevamente, aunque había pasado mucho tiempo sus sentimientos estaban intactos y fue feliz como nunca en ese vuelo, que aunque efímero, fue profundo haciéndola despertar de un prolongado letargo, enseñándole a ganar altura.
Pero él estaba herido y no podía elevarse con ella , tenía que alejarla para cumplir sus propios mandatos y dejarla vivir su realidad. Ella sintió como se le desprendía un trozo de su alma cuando advirtió que él luchaba para apartarla de su corazón. Eso era difícil de aceptar y vino un tiempo en el que paradójicamente mientras creían alejarse, ella se hacía fuerte en él y una parte de él se hacía espíritu en ella. De esta manera entendieron la separación. Así en un doloroso aprendizaje ambos reconstruyeron sus alas y las heridas cicatrizaron.
Ahora sus vidas están separadas por la distancia pero unidas por algo que es su esencia y volverán a encontrarse a lo largo de esta vida y a lo largo de la inmensidad de forma permanente y recurrente, en momentos de lucha y en momentos de gloria, porque se reconocieron en un mismo destino y encontraron su razón de ser en la unión de ambos para alcanzar a Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario